Me gusta escribir cuando estoy cansado, cuando todos y cada uno de los huesos y músculos de mi cuerpo crujen al sentarme sobre mi desgastada silla de niño pequeño, de niño que ya no soy.
Me gusta porque mi cabeza sólo piensa en lo cansado que estoy y en nada más, entonces así, vaciando todo lo que hay en mí puedo escribir. Ya no pienso en aquella mala mirada, las lágrimas de anoche, el estrés de un agotador día de trabajo (o no de no trabajo, que también estresa lo suyo).
Me gusta escribir cuando estoy cansado porque se me da bien. El chip de escritor mediocre que tengo colocado en mi cabeza por un momento evoluciona, pago con tarjeta y accedo de forma premium a ventajas que de otro modo serían impensables.
Hoy estoy cansado, más que ayer y probablemente menos que mañana. Aún no he fregado y no lo voy a hacer. Mi estómago tiene hambre, no me ruge, es un chico educado pero dentro de poco tocará darle de comer; mis piernas quieren que me eche en la cama, que me tumbe, que estrelle mi cuerpo sobre ella, que me deje llevar; mis ojos hoy me dan las gracias por no haber estado todo el día con lentillas, hace algunos meses que dijeron ya no puedo más y ya me obligan si quiero hacer algo más de lo habitual a usar a ratos lentillas, a ratos las gafas y me imagino que cuando llegue la época de exámenes (y eso pasará no mucho después de mi vuelta, después de mi pequeño parón) estaré durante más de un mes con gafas; mi espalda ya no es la que fue ni lo va a ser: dolorida por arriba, por abajo, retorcida en el medio; mi hombro derecho sufre, sufre con la cartera, sufre escribiendo, sufre peinándome el pelo, moviendo el ratón, tecleando, sufre comiendo, sufre cargando el peso de mi vida…
Me gusta escribir cuando estoy cansado. Así he empezado hoy. En realidad me gusta escribir siempre, pero me gusta escribir cuando al escribir escribo bien (y eso no es siempre así).
De aquí a unos días vacaciones, una larga semana (la mía será un poco más corta que la de muchos de vosotros o al menos de aquellos que aún seáis estudiantes). Volveré pronto, tendré que limpiar, fregar, lavarme los ojos, dar de comer a mi pez, volver a cuidar a mi bonsái (que por alguna extraña razón la mitad de su cuerpo quiere vivir y la otra mitad no), tendré que leer en francés (odio en francés) sobre el rumano (aún no he decidido si lo odio o lo amo), tendré que traducir latín, tendré que escribir un poema, una entrada en el blog, dos poemas, un relato corto que tengo en mente desde hace algún tiempo, tendré que navegar por Internet, moderar Media-Vida, desempolvar viejos libros inacabados, hacer dibujos en post-it amarillos a altas horas de la noche, tendré que volver para estar aquí, para coger fuerzas, para descansar, para estar solo… solo conmigo y con lo que escribo.
Etiquetas: pensamientos
no estes triste, no te vas a morir, je. Aprovecha y descansa, el cuerpo tiene un limite y pasalo bien. Libera mente y cuerpo. un saludo.